20.09.23

Durante un ciclo de eventos en días pasados, el momento había llegado, todo estaba listo para la inauguración de la vigésima edición de la Bienal de Fotografía en el Centro de la Imagen, una noche que esperamos con emoción cada dos años para asistir a la selección de rutas visuales, conceptuales y estéticas que acontecen y conviven en los muros de una exposición y dar cuenta de la actualidad fotográfica en el país.

Mientras caminábamos hacia el lugar, una emoción familiar se hace presente y mientras recorremos la calle exterior el tiempo se hace lento y reflexiono sobre la primera vez que estuve aquí en un septiembre lejano. Miré el reloj y apresuramos el paso para llegar a tiempo.

Siempre hay un sentimiento especial al llegar a este espacio y encontrarse de nuevo con amigos y colegas como parte de un ritual que nos acerca y aleja una y otra vez. Mientras cruzaba la entrada, reconocí inmediatamente el ambiente de celebración en aumento con la gente que iba llegando al patio poco a poco hasta volverse multitud. La plataforma donde se llevan a cabo la premiación, lucía aún vacía mientras se acomodaban y daban los últimos toques a la presentación.

Después de una presentación y agradecimientos a las figuras clave de la fotografía que construyeron la historia de este evento de reconocimiento para la fotografía mexicana, se hizo mención a la importancia de esta Bienal como testimonio de la vitalidad de la comunidad presente en el lugar. Pedro Meyer hacia acto de presencia en el lugar para dar cuenta de ello ante el asombro y agitación de los asistentes mientras él capturaba postales del momento con su Leica.

Minutos después llegó el momento.

La emoción del público se hizo evidente. Subí a la plataforma y me acomodé en una orilla entre los demás participantes, desde ahí reconocí las figuras Gerardo Montiel Klint, Elsa Medina, Guadalupe Lara entre los que pude distinguir. Mientras recorría con la mirada la multitud y antes de finalizar, escuche mi nombre anunciado por directora Johan Trujillo como uno de los ganadores de la Bienal. La sorpresa del instante me tomó como torbellino y las sensaciones se pusieron a tope.

Después de 17 años el logro se había cumplido.

Esa noche fue un sueño que llega sin avisar, en donde diferentes elementos de tu vida convergen de manera fascinante en un momento único y especial.