BioShock Infinite (XBOX 360)
2013
¿Booker, tienes miedo de dios?
No, pero tu si me das miedo.
Hace unas semanas por fin pude retomar el pad de mi consola dispuesto a terminar la aventura pendiente en BioShock Infinite, la secuela real de la saga creada por Ken Levine y su equipo. Siempre he disfrutado de las historias y complejidades de esa experiencia inmersiva que sólo brindan los videojuegos, por lo que concluir este segundo capítulo era una asignatura pendiente. Finalmente después de una épica batalla en el puente de mando el caos se detiene y uno por fin puede sentir que todo a terminado. Es momento de hacer a un lado el control y disfrutar del final. La travesía de Booker DeWitt en busca de Elizabeth para bien o para mal, abre todas las puertas del pasado donde todo cobra sentido.
Lejos ha quedado nuestra llegada en medio de un agreste océano al faro solitario en busca de respuestas (inquietante el paisaje mientras un sonido retumba sobre cielo). BioShock Infinite ha cumplido con las expectativas iniciadas por el primer juego. La profundidad narrativa y jugable que ofrece Infinite al jugador vuelve a confirmar el talento de Levine como uno de los diseñadores de juegos más interesantes en el panorama actual. Su aventura rebasa el formato y nos obliga a un hacer un ejercicio de introspección, de enfrentarse a los actos de uno mismo. En este caso Booker y Comstock son las dos caras de una misma realidad a través de la cual Levine nos muestra a Columbia, una ciudad flotante a la que acudimos en busca de Elizabeth, una chica con la cual podremos borrar todas nuestras deudas del pasado literalmente.
Columbia deslumbra por su colorida belleza y la intensidad del sol que baña sus calles, un jardín celestial que nos atrapa la mirada, pero que después, conforme avanzamos nos toma del cuello para ver las raíces podridas que yacen debajo de la superficie, una oscura y siniestra moral que rinde culto a un líder político con fervor religioso quién busca un nuevo estándar social lejos de los pecados y depravación de los que viven sobre el suelo. Nada más lejos de la realidad, a las pocos instantes somos testigos de una de las secuencias más violentas que echa por tierra la utopía. Así somo envueltos en una alegoría de la otra América, esa que se bautizó con la sangre de su brutalidad desmedida. En Columbia los caminos se retuercen, y pronto estaremos huyendo de sus habitantes que buscan erradicar cualquier elemento que perturbe la ideología de su profeta. “Las ataduras como medida preventiva” dice una voz mecanizada mientras recorremos las calles, y en efecto esa es la sensación que nos transmite la ciudad en todo momento.
En el apartado visual, BioShock cumple de sobra por su propuesta y ambientación, el universo steampunk lleno de detalles inquietantes como los personajes infantiles de Dimwit y Duke, herramientas de propaganda que promueven el patriotismo ciego a Comstock o los baños para los blancos y los de color en los cuales ocurren cosas raras. ponen de manifiesto nuevamente la creatividad del estudio para tomar referencias de la cultura norteamericana y darles una vuelta de tuerca. Incluso esas máquinas expendedoras repartidas por toda la ciudad te causan una extraña sensación de estar en un Disneylandia macabro, y ni que decir de los ‘Patriotas’, robots que no se detienen hasta exterminar a su objetivo. La música es también uno elementos a destacar, la banda sonora esta repleta de melodías con guiños a la esencia americana como “Will The Circle Be Unbroken” una pieza original basada en uno de los temas góspel más conocidos, Amazing Grace, adaptado a la esencia de BioShock Infinite y que incluso acompaña los créditos finales del juego.
En general Infinite me ha dejado una grata experiencia, si bien es cierto que en lo personal, pierde un poco de vuelo al introducir el concepto de los “desgarros temporales” y el poco peso de “SongBird” en la historia deja una sensación de elementos desaprovechados, disfrute la manera en que los personajes resuelven sus conflictos distanciándose de un final ordinario. Si los libros se valen de letras y las películas de la imagen en movimiento para transmitirnos algo, Infinite no sólo es un entretenimiento de primera calidad, sino también una obra profunda a partir de una experiencia interactiva que crea una reflexión en el jugador más allá de la pantalla.