SOMA

XBOX 360/PS4

“La realidad es aquello que, incluso aunque dejes de creer en ello, sigue existiendo y no desaparece.”

Philip K. Dick

Hace unas semanas pude jugar este título del estudio sueco Frictional Games. Esta vez, nos ofrece una aventura oscura que nos llevará al fondo del abismo de la conciencia humana. Desde el primer teaser que lanzaron, donde se asomaba la premisa de robots que se sentían humanos, ¡mi mente voló! con las posibilidades que esto supondría a manos del estudio detrás de Penumbra o Amnesia, dos títulos que gozan de reconocimiento el el actual regreso del survival horror en los videojuegos. Sin embargo después de terminarlo, mi sensación es que el juego parte de una buena idea pero se pierde en la causa filosófica y las implicaciones que expone. Las expectativas no eran pocas, y es así que nos adentramos a un juego de exploración en primera persona, en donde controlamos a Simon Jarrett, el personaje principal que sufre de una enfermedad terminal y acude a Dr. David Munshi quien lleva a cabo un tratamiento experimental de escaneado para generar un mapa cerebral de su conciencia y en el futuro encontrar una cura. Es aquí cuando ocurre el primer giro argumental, simon pierde el conocimiento y despierta en el año 2103 al interior de una instalación abandonada. A partir de aquí debemos investigar en busca de respuestas al interior de este complejo submarino, para inquietar aun más nuestra situación nos encontraremos con bizarras criaturas mecánicas que nos perseguirán sin piedad por los oscuros pasillos.

Con una duración alrededor de 13 horas, SOMA es una experiencia de altibajos, marcados sobre todo por tramos en el juego de poca claridad, logrando pocos momentos en donde se combinan la historia y la jugabilidad de forma única para lograr esa tensión inquietante. Con una historia que se estira demasiado en su trama principal, mientras viajamos de un punto a otro abriendo compuertas y apagando interruptores. En cuanto a la dificultad, los pocos enemigos que encontraremos nos atacan con una especie de distorsión de la realidad a través de una interrupción de la conciencia provocando la muerte del personaje volviendo al último punto guardado, obligándonos a avanzar con sigilo para evitar ser detectados por estas criaturas, algo que hace lucir el reto del juego algo descafeinado en un ciclo de prueba y error. En cuanto a su atmósfera, en lo visual también cumple con altibajos lo que propone, con ambientes oscuros y solitarios. Sobre todo es frecuente la sensación de estar en un Bioshock pero sin la profundidad del universo de Irrational Games. Sobre todo acude con exceso a instalaciones oscuras una y otra vez, deambulando de aquí para allá entre pasillos, lo cual no ayuda a sentir un progreso real en la historia, y te hace sospechar si era la tensión lo que querían magnificar o por el contrario ocultar limitaciones en los escenarios.